Sé que me equivoco...sé que no está bien... sé que no debo engañarte, que no debo serte infiel. Pero en tu insistencia que me hiere y me desgasta, mi corazón se va rompiendo y cada vez hay menos soluciones para nuestro amor agonizante. Ellos no me dan lo que vos. Es verdad, ellos me dan sexo. Me escuchan. Me besan. Me abrazan. Ven la mujer que soy. La que ya no ves. Ven mi pasión, la que noche tras noche rechazaste durante años. Ven mi inteligencia... La que nunca notaste... Ven mi valor...El que nunca reconociste...Ellos escucharon de mis dolores...esos que con vos tuve que callar.
Y sé que me equivoco...sé que no está bien...sé que no debo engañarte, que no debo serte infiel.
No amo a ninguno, a algunos los aprecio menos o más. Algunos estimulan mi inteligencia, otros sacan la ternura que no me dejaste darte. Con ellos cada vez es diferente, no hay rutina avasallante. Hay ganas de investigar el placer que nos podemos dar...Vos me dejaste ir, me fuiste alejando con distintas excusas. Te fuiste olvidando de mí... y he peleado contra eso...peleé con toda mi fuerza.. como cada round decisivo en mi vida. Y ya no quiero. Si no soy la primera en tu lista, ya no quiero ser parte de ella.
No puedo seguir así. Yo no soy así. Yo voy de frente. No miento cómo lo estoy haciendo. Ni engaño de esta manera.
Porque siento que me miento a mi misma, que me engaño a mí misma, que me oculto de mi misma cuando me oculto en la piel de otro, escondiéndome de tu piel.
Me lastimas y yo nos lastimo acostándome con otros, por no ser capaz de ir de frente con vos, y conmigo misma.
lunes, 22 de octubre de 2012
viernes, 19 de octubre de 2012
Buenos muchachos
Siempre escribo sobre los tipos que me hicieron percha... hoy les toca a ellos, a mis buenos muchachos...no son muchos...pero fueron un oasis en medio del desierto. Fueron generosos, fueron dulces. Me escucharon, y por algún tiempo me rescataron...fueron buenos tipos.
Estaba el gigante de ojos azules...que nunca insinuó nada raro...era amigo...era compañia, entendía que estaba sola y con mi beba dentro de mí...y me cuidaba un par de ratos a la semana, compartimos libros, música, mates, alfajores, jugos, tiempo y charlas...
Estaba el visitador médico...el me mimaba, y cuando me veía triste, me abrazaba y me decía que todo iba a salir bien...que yo era una gran mujer y que era normal sentirme así, pero que me quedara tranquila que todo iba a salir bien, y yo me serenaba y le creía... y me relajaba entre sus brazos...por un rato creía...
Estaba el muchachito...un amigo dulce y cariñoso, que me ponía al día con la tecnología...que iba de madrugada a comprarme melones o sandías... el que me acompañaba las 20 cuadras que debía caminar todos los días por esas cuestiones de la retención de líquidos... El que se quedó afuera de la maternidad acompañando a mi mamá cuando llegó la hora de nacer de mi hija...
Esta EL, mi amigo, Lucas...que estuvo y está, que ha compartido conmigo lo bueno y lo malo, distancias y cercanías...Que me conoce las miradas y hasta el tono de determinadas risas...mi compinche de aventuras...mi confidente ante quien no oculto ni lo bueno ni lo malo que soy y que hago...Uno de mis amores...el que perdura...
Mis buenos Muchachos...Los que me dan la fé para creer que no todos son lo peor...que sembraron en mi el optimismo...que con actitud de buena gente, me ayudaron a badear tristezas y penas...Ellos están en mi memoria...Pero más importante... están en mi Corazón.... Agradecida con ustedes! Siempre!!
Estaba el gigante de ojos azules...que nunca insinuó nada raro...era amigo...era compañia, entendía que estaba sola y con mi beba dentro de mí...y me cuidaba un par de ratos a la semana, compartimos libros, música, mates, alfajores, jugos, tiempo y charlas...
Estaba el visitador médico...el me mimaba, y cuando me veía triste, me abrazaba y me decía que todo iba a salir bien...que yo era una gran mujer y que era normal sentirme así, pero que me quedara tranquila que todo iba a salir bien, y yo me serenaba y le creía... y me relajaba entre sus brazos...por un rato creía...
Estaba el muchachito...un amigo dulce y cariñoso, que me ponía al día con la tecnología...que iba de madrugada a comprarme melones o sandías... el que me acompañaba las 20 cuadras que debía caminar todos los días por esas cuestiones de la retención de líquidos... El que se quedó afuera de la maternidad acompañando a mi mamá cuando llegó la hora de nacer de mi hija...
Esta EL, mi amigo, Lucas...que estuvo y está, que ha compartido conmigo lo bueno y lo malo, distancias y cercanías...Que me conoce las miradas y hasta el tono de determinadas risas...mi compinche de aventuras...mi confidente ante quien no oculto ni lo bueno ni lo malo que soy y que hago...Uno de mis amores...el que perdura...
Mis buenos Muchachos...Los que me dan la fé para creer que no todos son lo peor...que sembraron en mi el optimismo...que con actitud de buena gente, me ayudaron a badear tristezas y penas...Ellos están en mi memoria...Pero más importante... están en mi Corazón.... Agradecida con ustedes! Siempre!!
martes, 16 de octubre de 2012
Violación
Me salvó escribir. Dejar en una hoja toda esa madrugada como un mojón que marcó el antes y el después de mi destrucción. Sentirme totalmente desprotegida. Indefensa. Vacía de sentimientos. Sucia. Rota. Usada. Quebrada. Sentir su boca sobre la mía. Sentir su lengua en mi cara y sus manos apretando mi garganta. Sentir que me ahogaba, que mis pulmones estallaban. Que por un instante me moría, sin vivir la vida.
Las lagrimas cayendo suicidas, en la tierra de ese baldío. El ruido de mi ropa interior desgarrada, mis intentos insuficientes por escapar. Mis pensamientos confusos. Drogados.
No puedo olvidar su olor.
No puedo olvidar el acecho de su forma sobre mí.
No puedo olvidar el dolor cuando me desgarraba. Esa quemadura en lo más privado mío.
Las nauseas que me invadieron.
Recuerdo que entre lágrimas, llamé a mi papá.
Que la luna brillaba redonda e inmensa.
Lo recuerdo a él sobre mí, mordiendo mis pechos, y entre los dolores, la luna que brillaba.
Recuerdo palabras perdidas, me negué a rogar.
Ya no pedí que parara.
Me sostuve como pude del alambrado. Soportándolo en su clímax asesino y maldito.
Teniendo que limpiar con mis labios mordidos su sucio placer. Fue una micro eternidad.
La considerada brutalidad ordenándome la ropa, bajando mi pollera, prendiendo algún botón de mi camisa. Limpiando con manos ásperas las lagrimas que no paraban.
Su voz preguntando si me había gustado.
Mi silencio.
Un silencio que no me dejó nunca más.
Él se llevó todo lo bueno de mí.
Se llevó mi voz. Mi fé. Mi esperanza. Y me dejó a mí.
Sola. Loca. Suicida. Triste. Sucia. Demasiado nada.
Me dejó adolorida en lo más profundo de mi alma.
Incapaz de levantarme.
Demasiado débil para luchar por mí.
Me he quedado parada al borde de esa noche muchas otras noches.
No ha habido un hombre que borre el recuerdo de tanta brutalidad.
No ha habido amor de fénix que sepulte los miedos y los fantasmas que me rondan las noches de lunas grandes y blancas.
No han habido abrazos de consuelo.
Todavía queda dolor.
Pasaron 12 años y delante de esta pantalla descubro que aún hay lágrimas que se quieren escapar de la cárcel de mis pestañas.
Pero ya es tarde, de que sirve llorar en esta madrugada...???
Necesito un abrazo.
Necesito escuchar a quien sea, diciendo que no es mi culpa. Que yo no merecía ser la victima de ese ser despreciable y criminal.
Los hombres de mi vida no tienen voz. Los hombres de mi vida no tienen oídos que oigan.
Los hombres de mi vida no se duelen por mí. No tienen corazón para compartir mis heridas.
La única voz que se cuela dentro mío, es la de él, susurrándome veneno, igual que en aquella madrugada de luna blanca,
todas las noches de lunas blancas.
Las lagrimas cayendo suicidas, en la tierra de ese baldío. El ruido de mi ropa interior desgarrada, mis intentos insuficientes por escapar. Mis pensamientos confusos. Drogados.
No puedo olvidar su olor.
No puedo olvidar el acecho de su forma sobre mí.
No puedo olvidar el dolor cuando me desgarraba. Esa quemadura en lo más privado mío.
Las nauseas que me invadieron.
Recuerdo que entre lágrimas, llamé a mi papá.
Que la luna brillaba redonda e inmensa.
Lo recuerdo a él sobre mí, mordiendo mis pechos, y entre los dolores, la luna que brillaba.
Recuerdo palabras perdidas, me negué a rogar.
Ya no pedí que parara.
Me sostuve como pude del alambrado. Soportándolo en su clímax asesino y maldito.
Teniendo que limpiar con mis labios mordidos su sucio placer. Fue una micro eternidad.
La considerada brutalidad ordenándome la ropa, bajando mi pollera, prendiendo algún botón de mi camisa. Limpiando con manos ásperas las lagrimas que no paraban.
Su voz preguntando si me había gustado.
Mi silencio.
Un silencio que no me dejó nunca más.
Él se llevó todo lo bueno de mí.
Se llevó mi voz. Mi fé. Mi esperanza. Y me dejó a mí.
Sola. Loca. Suicida. Triste. Sucia. Demasiado nada.
Me dejó adolorida en lo más profundo de mi alma.
Incapaz de levantarme.
Demasiado débil para luchar por mí.
Me he quedado parada al borde de esa noche muchas otras noches.
No ha habido un hombre que borre el recuerdo de tanta brutalidad.
No ha habido amor de fénix que sepulte los miedos y los fantasmas que me rondan las noches de lunas grandes y blancas.
No han habido abrazos de consuelo.
Todavía queda dolor.
Pasaron 12 años y delante de esta pantalla descubro que aún hay lágrimas que se quieren escapar de la cárcel de mis pestañas.
Pero ya es tarde, de que sirve llorar en esta madrugada...???
Necesito un abrazo.
Necesito escuchar a quien sea, diciendo que no es mi culpa. Que yo no merecía ser la victima de ese ser despreciable y criminal.
Los hombres de mi vida no tienen voz. Los hombres de mi vida no tienen oídos que oigan.
Los hombres de mi vida no se duelen por mí. No tienen corazón para compartir mis heridas.
La única voz que se cuela dentro mío, es la de él, susurrándome veneno, igual que en aquella madrugada de luna blanca,
todas las noches de lunas blancas.
domingo, 14 de octubre de 2012
PABLITO CLAVÓ UN FUCKING CLAVITO..
“...Entendí que aunque te amaba tenía que seguir otro camino...”Como todos los días pensé en vos. Es algo inexorable. Me da por los ovarios, pero cuando me obsesiono con algo soy insoportablemente persistente. Tengo ganas de cojerte, de tenerte atado y amordazado 24 horas en mi cama. Gozarte, sacarte toda la leche, lamerte y chuparte completo. Tengo ganas de desaparecerte de una vez por todas de mi vagina inconforme sin tu pija para llenarla. Quizá así te termine de amar o de olvidar. Quizá así me deje de pensar en los “si hubiera” y los “y si”. Y pueda seguir de una con mi vida. Ni siquiera cojimos bien. Cojimos 2 veces, si. Pero no fue de esos polvos que te dejan rota y con las caderas desconfiguradas de los embistes del chongo de turno. Encima en esa época post violación cojía para no estar sola, sabía poco de placeres, menos de recibirlos que de darlos. Me gustaba hablar con vos, y para seguir hablando con vos tenía que cojer. Recuerdo que cuando me pasaste a buscar, me dijiste que íbamos a ir a un lugar tranquilo a charlar. Y me llevaste al telo, al Momentos para ser exactos, encima, era el más berreta. El más barato. Y me llevaste ahí. Y ahí cojimos. Te la chupé, ya en esa época era buena mamando. Y lo hicimos al más ordinario estilo misionero. Te das cuenta? Fue un polvo de lo más básico. Pero así y todo me enamoré o me obsesioné o lo que sea, no sé que carajos me pasó. El asunto es que después de todos estos años, ambos con sus vidas hechas y sus cartas jugadas, sos como un peñón de Gibraltar en mi existencia. Una mina explosiva que cuando menos espero, piso y me estalla partiéndome en dos partes y entonces me re caliento y te puteó y te detesto para después terminar llorando porque quiero verte y desangrar las ganas que te guardo y agarrarme una curda cósmica con el olor de tu piel maldita.
jueves, 4 de octubre de 2012
intento
me rebalsaron las lágrimas
no podía dejar de llorarnos
me sentí tristísima
desencajada
rotundamente rechazada
preparé un momento romantico para vos.
para mi
no fue la gran cosa
sólo una burbuja de tiempo compartido
en la monotonía rutinaria de nuestros días
quise darte una bandera blanca
una tregua entre los desencuentros
pero sos decididamente un pedazo de hombre bruto
no me entendés
no querés aprender
y si no me aprendes
me perdés
¿eso lo entenderás?
martes, 2 de octubre de 2012
Copas y Tijeras
Me dicen que tengo que perdonar.
Que tengo que olvidar.
Que tengo que soltar todo ese bagaje de cosas que me hacen daño.
Con el tiempo he aprendido a hacerlo, pero nadie te dice que es fácil.
De alguna manera me acuerdo de cosas que quisiera de verdad que no estuvieran enganchadas en mis sinapsis neuronales.
Creo que siendo una pibita ya era vieja.
Ya tenía conocimiento de las cosas feas de la vida.
Me acuerdo de mi pollera tipo pareo color verde esmeralda con un adornito azul, amaba esa pollera. Me acuerdo que un día en la chacra, yo tendría 5 años, mi mamá nos baña a mi hermano y a mí y prepara la cena. Mi viejo llega, había estado tomando con los peones. Llegó agresivo, le pegó a mi vieja y le dejó un ojo negro.
Gritó mucho, no recuerdo lo que decía.
Recuerdo a mi mamá.
Y recuerdo mi pollera verde esmeralda con el adornito azul.
Sentados los 4 a la mesa, el sigue tomando vino en una copa que sólo usaba él.
Y yo, que era un chichón de piso, pero siempre bocona, le dije que no le pegara a mi mamá y que no fuera borracho.
Recuerdo como se le transfiguró la cara, se puso rojo, tenía la copa en la mano y me la tiró a la cabeza, por suerte falló y la copa se estrelló contra la pared de detrás de mí.
Todo ese vino tinto me cayó encima.
Se manchó mi remera y mi pollera. Y del susto me largué a llorar y mi mamá asustada también, me mandó a cambiarme a la pieza. Me quedé en bombacha, con el vino goteando por mi cara. Me puse otra ropa, agarré mi pollera y la tijera del costurero de mi mamá y con toda la pena de ese mundo de mierda que había juntado con solo 5 años, la hice pedazos. Corté cada mancha de vino de la tela.
Como si con eso cortara los malos recuerdos.
Y después me dicen que perdone.
Cómo si fuera fácil.
No he encontrado todavía ese par de tijeras con qué cortar las manchas de vino tinto de tantas copas estrelladas contra las paredes de mi alma.
lunes, 1 de octubre de 2012
RECUERDO
Hoy recordé a ese tipo, a uno que conocí cuando llegué a Neuquén
Y estaba sola. Tuvimos una historieta de 2 horas. Después no lo vi más. Hasta unos meses después de que nació mi hijita y yo había vuelto a trabajar. Ese día su sector de la Adm. Pública había hecho un evento en donde yo trabajaba. Me invitó a tomar un café, le dije que no podía porque salía corriendo a buscar a mi beba al jardín Maternal y de ahí a tomar el cole para llegar una hora después a mi casa. Se ofreció a llevarme así charlábamos en el viaje. Yo acepté, como una boluda. Debería haberme dado cuenta de que solo quería cojerme. Andaba más preocupada por el hecho de que a mi hija le habían recetado una leche maternizada carísima que yo no podía comprar de ninguna manera, y en esos raptos de cansancio que suelo tener, se lo conté. El paró en una farmacia y me compró la leche, así de una. Yo no supe qué hacer. Me sentía en una situación súper incómoda, pero pensé en qué mi beba necesitaba alimentarse bien y acepté ese “favor” que me hacía de onda, porque según sus propias palabras él era una buena persona y yo una piba sola con demasiado sobre los hombros. Que siempre que pudiera ayudarme lo iba a hacer. Le agradecí, por supuesto, y le dije que ni bien cobrara le iba a devolver el dinero que había pagado. Siguió con la sanata de la amistad y los valores hasta mi casa, donde me dejó. Unos días después apareció en la oficina, a “tomar un café”, justo en el horario donde estaba yo sola en el complejo. Cuando fui a preparárselo, me siguió a la cocina y me dijo que había ido a cobrar la lata de leche que había comprado para mi bebé. No reaccioné. Mi imbécil orgullo no me dejó. Me llevó de la mano al baño y se cobró. Sólo atiné a pedirle que usara forro. No dije nada más.No quería deberle nada.Lo dejé hacer. Inerme. Cuando terminó, se acomodó la ropa, y saliendo me dijo que iba a volver. Empecé a temblar. Si hubiera tenido algo en el estómago lo hubiera vomitado. Se lo conté a mi amigo. Él me dijo que rastreara la dirección de su casa y ubicara a su mujer. Lo llamé y le dije que si volvía otra vez le iba a decir a su mujer lo que él hacía. Lo que me había hecho a mí. Por supuesto me dejó a la altura de una de una arrastrada. Ya no era la piba sola con demasiado sobre los hombros.
Como siempre, de todo lo malo y lo feo que me ha pasado aprendí algo: no aceptar favores de alguien que sólo te ve como un pedazo de carne con un agujero para cojer. Porque esos favores se vuelven en contra. Siempre.
Y estaba sola. Tuvimos una historieta de 2 horas. Después no lo vi más. Hasta unos meses después de que nació mi hijita y yo había vuelto a trabajar. Ese día su sector de la Adm. Pública había hecho un evento en donde yo trabajaba. Me invitó a tomar un café, le dije que no podía porque salía corriendo a buscar a mi beba al jardín Maternal y de ahí a tomar el cole para llegar una hora después a mi casa. Se ofreció a llevarme así charlábamos en el viaje. Yo acepté, como una boluda. Debería haberme dado cuenta de que solo quería cojerme. Andaba más preocupada por el hecho de que a mi hija le habían recetado una leche maternizada carísima que yo no podía comprar de ninguna manera, y en esos raptos de cansancio que suelo tener, se lo conté. El paró en una farmacia y me compró la leche, así de una. Yo no supe qué hacer. Me sentía en una situación súper incómoda, pero pensé en qué mi beba necesitaba alimentarse bien y acepté ese “favor” que me hacía de onda, porque según sus propias palabras él era una buena persona y yo una piba sola con demasiado sobre los hombros. Que siempre que pudiera ayudarme lo iba a hacer. Le agradecí, por supuesto, y le dije que ni bien cobrara le iba a devolver el dinero que había pagado. Siguió con la sanata de la amistad y los valores hasta mi casa, donde me dejó. Unos días después apareció en la oficina, a “tomar un café”, justo en el horario donde estaba yo sola en el complejo. Cuando fui a preparárselo, me siguió a la cocina y me dijo que había ido a cobrar la lata de leche que había comprado para mi bebé. No reaccioné. Mi imbécil orgullo no me dejó. Me llevó de la mano al baño y se cobró. Sólo atiné a pedirle que usara forro. No dije nada más.No quería deberle nada.Lo dejé hacer. Inerme. Cuando terminó, se acomodó la ropa, y saliendo me dijo que iba a volver. Empecé a temblar. Si hubiera tenido algo en el estómago lo hubiera vomitado. Se lo conté a mi amigo. Él me dijo que rastreara la dirección de su casa y ubicara a su mujer. Lo llamé y le dije que si volvía otra vez le iba a decir a su mujer lo que él hacía. Lo que me había hecho a mí. Por supuesto me dejó a la altura de una de una arrastrada. Ya no era la piba sola con demasiado sobre los hombros.
Como siempre, de todo lo malo y lo feo que me ha pasado aprendí algo: no aceptar favores de alguien que sólo te ve como un pedazo de carne con un agujero para cojer. Porque esos favores se vuelven en contra. Siempre.
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