martes, 2 de octubre de 2012

Copas y Tijeras




Me dicen que tengo que perdonar. 
Que tengo que olvidar. 
Que tengo que soltar todo ese bagaje de cosas que me hacen daño. 
Con el tiempo he aprendido a hacerlo, pero nadie te dice que es fácil. 
De alguna manera me acuerdo de cosas que quisiera de verdad que no estuvieran enganchadas en mis sinapsis neuronales. 
Creo que siendo una pibita ya era vieja. 
Ya tenía conocimiento de las cosas feas de la vida. 
Me acuerdo de mi pollera tipo pareo color verde esmeralda con un  adornito azul, amaba esa pollera. Me acuerdo que un día en la chacra, yo tendría 5 años, mi mamá nos baña a mi hermano y a mí y prepara la cena. Mi viejo llega, había estado tomando  con los peones. Llegó agresivo, le pegó a mi vieja y le dejó un ojo negro. 
Gritó mucho, no recuerdo lo que decía. 
Recuerdo a mi mamá. 
Y recuerdo  mi pollera verde esmeralda con el adornito azul. 
Sentados los 4 a la mesa, el sigue tomando vino en una copa que sólo usaba él. 
Y yo, que era un chichón de piso, pero siempre bocona, le dije que no le pegara a mi mamá y que no fuera borracho. 
Recuerdo como se le transfiguró la cara, se puso rojo, tenía la copa en la mano y me la tiró a la cabeza, por suerte falló y la copa se estrelló contra la pared de detrás de mí. 
Todo ese vino tinto me cayó encima. 
Se manchó mi remera y mi pollera. Y del susto me largué a llorar y mi mamá asustada también, me mandó a cambiarme a la pieza. Me quedé en bombacha, con el vino goteando por mi cara. Me puse otra ropa, agarré mi pollera y la tijera del costurero de mi mamá y con toda la pena de ese mundo de mierda que había juntado con solo 5 años, la hice pedazos. Corté cada mancha de vino de la tela. 
Como si con eso cortara los malos recuerdos.
Y después me dicen que perdone. 
Cómo si fuera  fácil. 
No he encontrado todavía ese par de tijeras con qué cortar las manchas de vino tinto de tantas copas estrelladas contra las paredes de mi alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario