Lucas
Siempre digo que en algún momento la vida te deja de cagar a piñas y te tira algo bueno. A mí la vida me dió a Lucas. Es cómo un hermano. Más que un hermano, porque yo que tengo 2, Adrián y Fer, no tengo con ellos ni el 5% de la confianza que tengo con Lucas. Nos conocimos en Abril del 2003. Yo empecé a trabajar en la misma empresa donde él era chef. Me conoció en la época de las vacas flacas, porque yo no tenía ni 5 centavos en el bolsillo y estaba re flaca. Me vestía con una estética de laucha vintage terrible. Cuando me vio, según me confesó después, les dijo a los de la cocina “ y a este bicho de donde lo sacaron??”. Yo lo ví y con esa percepción que me ha caracterizado cacé al vuelo que era gay. Y como este tiene la costumbre de hacerse el simpático aunque por dentro te esté puteando en chino mandarín, y cómo yo acá estaba más sola que un hongo, me le pegué, y un sábado le caí cuando se estaba por ir a su casa, para salir a bailar. Ahora que lo conozco sé que me puso cara de “a esta la mato” pero no le dio para darme la patada voladora. Inclusive me llevó a una confitería a tomar un café para hacer la del confesionario de que soy gay y todo eso, y ni así me espantó. Fuimos al único boliche gay de la zona, y lo pasamos bomba, en esa época descubrí que con un poco de alcohol en sangre me convertía en el clon de Shakira. Y desde ahí nos convertimos en compañeros de ruta. Por supuesto que también nos peleamos. Estuvimos cerca de 3 años sin hablarnos. O un poco más, no recuerdo, y lo extrañe como una desgraciada, lloré como una idiota cada 20 de julio, pensando en él. Porque la intensidad que tengo para todo en la vida, la tengo también para quererlo a él. Y un día no aguanté más y lo llamé. Y él que me súper conoce se dio cuenta de que era una bandera blanca ese llamado. Vino a casa a tomar unos mates y fue como si el tiempo no hubiera pasado. Hablamos lo justo y necesario. Sin revolear culpas ni reproches. Nos pusimos al día y cuando se iba nos abrazamos. No le dije, pero cuando se fué, me largué a llorar. A mí que no se me cae una lágrima ni por puta. Lloré por todo el tiempo que lo extrañé. Y lloré porque recuperamos el vínculo. Y porque me sentía otra vez completa con él en mi vida. Desde ahí hablamos todos los días. Y nos juntamos aunque sea a tomar unos mates. Sólo él conoce esta doble vida mía con todos los detalles. Conoce mis miserias y mis riquezas. Y me banca como soy. Por eso digo qué es más que un amigo. Es un hermano. Un hermano que esta vida bipolar, me dio en un rapto de buena onda conmigo.
Siempre he pensado que entre hombre y mujer no puede haber amistad que no termine en romance; me parece que sería un lindo final de la amistad.
ResponderEliminarUn abrazo
Ey, hola! siempre decimos que vamos a terminar juntos, quizá no compartamos el amor físico de una pareja típica, pero compartimos todo lo demás... y nos vemos viejecitos sentados al sol, recordando lo vivido...creo que sería un buen final para nuestra historia... Y gracias por pasar, la verdad es que hace muchísimo que nadie me leía!!
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